viernes, 19 de junio de 2015

Regalo de domingo




















Mientras te buscaba un regalo para el domingo, me descubrí escribiendo estas líneas que ahora tocan tu puerta en forma de homenaje. Sí, ya sé… no esperas grandes obsequios, ni tarjetas. A ti te basta con que al llegar a casa no deje de caminar hasta tu rincón, entre varillas de soldar, cines y tornillos, para darte un beso.
 
Saludo a todos, salgo hasta el patio y allí estás, con la cara tiznada reparando algo. A veces pienso que eres un mago de esos capaces de transformarlo todo, por tu afán de volverte carpintero, electricista, plomero o albañil. Sin dudas, eso eres, un mago dispuesto siempre a cumplir mis caprichos.
Nunca olvidaré cuando tus piernas me servían de canal y pasaba horas tratando de hacerte cosquillas o de ganar la guerra del no con un sí. Cómo ignorar aquellas noches de apagón en que me mortificabas con “El cuento de la buena pipa”, entonces te volvías niño para escuchar mis carcajadas.
 Recuerdo cuando me enseñabas ajedrez, hablabas de las batallas de nuestra historia o algo de geografía, inglés, y ciencias naturales. El tiempo ha pasado, pero nunca has dejado de enseñarme. Así lo siento cada vez que te veo al lado de mamá, luego de 28 años, o al presenciar en julio de 2014 la exposición de tu Tesis de Grado para convertirte en ingeniero, gracias al proyecto de universalización de la enseñanza que se lleva a cabo en el país.
Creer que nada es imposible, luchar hasta ganar y hasta porfiar un poco para conseguirlo, son características que muchas veces encontramos en nuestros progenitores. Esos que, en medio de las adversidades vislumbran la ternura y la paz a través del amor por sus retoños, como lo demostrara el Maestro al decir del Ismaelillo: “Él para mí es corona, /Almohada, espuela. / Mi mano, que así embrida/ Potros y hienas, / Va, mansa y obediente, / Donde él la lleva…”
O como lo expresara René González Sehwerert, al escribir a sus hijas en 1999, desde el encierro en cárceles estadounidenses: “Girasol de oro, de amarillos rizos/Tulipán hermoso de azabache ondeado/lindas florecillas vienen con su hechizo/a alegrar de amor mi corazón hinchado”.
Por eso, en vísperas del tercer domingo de junio, mientras recorría la calle Medio tras un detalle, noté en varios lugares botellas de vino, máquinas de afeitar, agendas, pañuelos, perfumes, desodorantes; pero percibí algo que este día no puede faltar, las palabras que acompañan cada envoltura. Esas que demuestran el verdadero significado de esta fecha, porque un Te quiero, de seguro será siempre el mejor presente que puedan recibir los padres.










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