martes, 14 de junio de 2016

Aurora y la aguja que da vida


















“En un pueblo bordado por tus manos
Para que nunca perdamos la memoria
Hombres y gorriones se aclaran la garganta. 
Van a cantar,
Pero solo tu aguja les da vida”
“Pintura a la aguja”, Juan Luis Hernández Milián




Un poco más de estambre verde y… ya casi está listo el nuevo cactus de Aurora. Allá irá a ocupar un espacio privilegiado en el estante de las plantas junto al Melocactus matanzanus, y el Cleistocactus colademononis. Ella repasa los nombres científicos, mientras recorre la casa, un recodo de fantasías donde nacen de los tapices bordados, framboyanes, navíos o duendes, donde un disco antiguo de acetato puede servir de maceta y los helechos transforman el espacio en retiro de armonía y sosiego.
“Amo la naturaleza, por eso trato de llevarla a mis tejidos”, comenta sin dejar de mover la aguja con destreza. Aurora Estela Arencibia, es fundadora del grupo de rescate de tradiciones Emilia Teurbe Tolón y aunque elabora sobrecamas, manteles, carteras y confecciones para el hogar, su predilección por los cactus conquista la atención de más de un admirador.
“Tras acudir a cierto festival en la casa del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, en La Habana, me invitaron a exponer en ese mismo lugar, para lo cual amplié mi colección de cactáceas y orquídeas. Desde entonces he presentado dichas manualidades en La Quinta de los Molinos, festivales nacionales, la galería de Arte Pedro Esquerré de Matanzas, la Feria Provincial de Arte...”, explica con alegría.
Pero lo más curioso es que a esta apasionada de la cultura  mexicana que sueña con llegar al Turquino y volar en helicóptero, nadie la enseñó a tejer.
 “Comencé a bordar cuando cursaba primer grado en la escuela Padre Rey de Castro, en Luyanó. Allí mi maestra me mostró los puntos más comunes del bordado, pero no fue hasta los quince años que se despertó en mí el interés por tejer a crochet de forma autodidacta, por eso sostengo la aguja de forma peculiar como si fuera un lápiz”, confiesa.
“¿Cuándo empecé a hacer cactus? Pues, soy miembro de la Asociación de Aficionados a la Botánica, Juan Tomás Roig, y al someterme a una mastectomía en 2006 no pude seguir en contacto con las espinas, por lo que decidí recrear estas especies a través del arte.
Para ella ni enfermedades como la esclerodermia que le diagnosticara su médico constituyen un obstáculo cuando de crear se trata. Antes de comenzar cada obra, Aurora estudia sus características y por la perfección con que entrega el producto final ha recibido diversos premios, e incluso la oportunidad de competir en el pabellón con las plantas vivas durante el último Festival organizado por el Jardín Botánico Nacional.
“Soy graduada de Español Literatura del Instituto Superior Pedagógico y nunca voy a dejar de enseñar. El conocimiento hay que compartirlo. Mientras más una da de sí, más feliz se siente”, afirma.
Quien la conoce no tarda en reconocer el valor de sus consejos. No en balde su espacio en los mediodías de Tv Yumurí para sugerir recetas, manualidades y otras gotas de saber, le ganaron muchos adeptos. Mas, ella con gratitud recuerda las sugerencias e ideas que recibió de los propios televidentes.
Y es que más allá de su pasión por las manualidades, vegetación y espeleología, sabe cultivar amigos, por eso no dudó en integrar el Proyecto Amazonas por la esperanza donde se suma a diferentes actividades junto a otras mujeres operadas con el objetivo de recordarles a las féminas de la provincia que no siempre es tarde para luchar por la salud.
Pero lo más curioso es que aunque proviene del poblado Cabaña, en Pinar del Río y estudió en la capital por muchos años, Aurora se siente enamorada de la Ciudad de los Puentes.
“Me casé en el Salón de las Esponjas de las Cuevas de Bellamar y parece que tomé agua del Pompón porque adoro mi paisaje”, declara entre risas mientras da otra puntada a la flor que corona la cartácea y tal parece que su aguja le da vida.
 

Cuando un hombre sabe a dónde va