miércoles, 17 de junio de 2015

En el corazón del surco














Algunos le llaman Pueblo Mocho, a raíz de la novela escrita por Samuel Feijóo, aunque no es ese su verdadero nombre. Pero lo cierto es que quien llega a esta comunidad por primera vez, quizás no percibe el tesoro que esconden sus tierras.
 
La dulzura de la piña, el mango, la frutabomba, el boniato, así como el andar pausado de los bueyes y la sencillez de su gente, hacen de esta apartada zona perteneciente al municipio de Limonar, un lugar de dicha y bonanza.
Y es que entre los inmuebles que conforman la comunidad, se encuentra la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Ramón Martell, cuya rentabilidad no deja de sorprender a muchos desde su fundación en enero de 1985.
RECORRIDO POR LA CPA
 “En el año 2010 el centro obtuvo la Bandera 50 Aniversario de la Revolución y la distinción de Vanguardia Nacional. Luego en 2012, mereció el sello metálico conmemorativo por el 50 Aniversario de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP)”, resalta Isabel Falcón Martell, secretaria del núcleo del Partido en la CPA.
El cumplimiento de la producción pecuaria y agrícola, es el principal reto que enfrentan cada día los 46 cooperativistas, de los cuales 10 son mujeres y 8 jóvenes.
“Hoy contamos con 864 cabezas de ganado vacuno, un plan de 104 mil 500 litros de leche y 592 toneladas de cultivos varios. Además, tenemos un módulo fortalecido por la cría de aves, conejos, carneros, puercos, etc. Sabemos que mientras más eficientes seamos más beneficios obtendrá el pueblo, afirma Roberto Santana García, presidente de la CPA, quien además de ganar el respeto de su colectivo, fue seleccionado como delegado directo al Congreso de la ANAP.    
“Por lo general alcanzamos cerca de 25 toneladas de carne vacuna cada año, a través de los toros de ceba con un peso de 485 kilos y hace más de una década no hemos sufrido hurto y sacrificio de ganado. Estamos haciendo mucho hincapié en la inseminación artificial y tenemos un técnico integral que presta servicios en la localidad, lo que ha garantizado una mayor planificación”, destaca Yoanka Pérez Morales, económica del centro
Los contratos con Acopio, el autoconsumo y el abastecimiento de dos puntos de venta, uno en el parque de la cabecera municipal y otro en este Consejo Popular, son los principales destinos de sus producciones.
TIERRA ADENTRO
Pero las buenas noticias no se ganan a golpe de descuidos o indisciplinas, sino gracias al tesón y el sentido de pertenencia de cada empleado.
Trabajamos muy unidos y el empeño de nuestro jefe Roberto nos motiva a multiplicar los esfuerzos haciendo énfasis en la exigencia y el control sistemático”, agrega Pérez Morales.
Sin dudas, tales obligaciones cobran sentido por estos parajes desde el amanecer hasta las más frías madrugadas, donde el Destacamento de Vigilancia Campesina deja de ser una utopía y se encarga de impedir las fechorías de sujetos inescrupulosos.
“Aunque la región es proclive al delito, tenemos la guardia cubierta cada día porque todos conocemos la importancia de cuidar lo que hemos logrado con tanto esmero, y los compañeros son estimulados por dicha tarea”, asegura Falcón Martell.
Tras recorrer las siembras, hundirse en el arado o hablar con algún que otro agricultor no es difícil comprender el motivo que mueve a estos hombres con sombreros de yarey y almas de titanes.
Rogel León Martín, por ejemplo, hace 33 años trabaja en la CPA y manifiesta su orgullo por los resultados obtenidos. “Cultivo malanga, maíz, yuca, lo que sea, pero todo con bueyes. Aprovecho al máximo el tiempo aquí para satisfacer las demandas de los consumidores”.
Como si la pasión de este último contagiara a su tío, Luis Martín Martínez, se incorporó a las mismas labores desde el 2010 aproximadamente, después de dedicarse 26 años a la albañilería. Sin embargo, no lo amilanan los fuertes rayos del sol y sin pensarlo dos veces reconoce su preferencia por el oficio que hoy realiza.
Y es que en la Ramón Martell, como las piezas de cualquier rompecabezas, todos se sienten comprometidos con el rol que desempeñan. Quizás por eso, Heidi Ochoa Batista, contadora que llegó a la cooperativa con apenas 18 años, durante su período de prácticas, ya se siente parte de esta gran familia y confiesa: “Estoy muy contenta por permanecer aquí, donde los resultados son tan satisfactorios”.
Cae así la tarde y todos se despiden. Rogel sabe que le corresponde la guardia esta noche, camina entre los surcos, llama a los bueyes con un grito cariñoso: -Violento, Voluntario. Los nombres retumban entonces en el campo, mientras evaden las casualidades y recuerdan a los vecinos la fortaleza y el arrojo que se respira por estas tierras limonareñas.

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