jueves, 30 de abril de 2015

El atractivo mundo de las nubes
























Mirar las nubes y buscar figuras era uno de los pasatiempos que más disfrutaba de pequeña.  En varias ocasiones me acosté en el portal de mi casa junto a mis amiguitas del barrio a mirar y el cielo y echar a volar la imaginación. Sin embargo, lo más gracioso era que, en el afán de encontrar animales, personas  y toda clase de figuras, no siempre todas lográbamos percibir las semejanzas que  alguna aseguraba haber notado y en lo escuchábamos toda clase de argumentos sobre el parecido, el primer dibujo se desvanecía y lo que  antes debió ser un corazón luego se asemejaba a un elefante. 

 
Sin dudas era divertido. Luego, a medida que aprendía en la escuela sobre el origen y las diferentes clasificaciones de las nubes, esa masa visible formada por cristales de nieve o microscópicas gotas de agua suspendidas en la atmósfera, despertaba cada vez más mi curiosidad.
Así fui descubriendo que su color blanco se debe a que estas dispersan toda la luz visible y que a veces son demasiado gruesas o densas como para que la luz las atraviese,  por eso su coloración se torna gris o incluso negra.
Supe también que las nubes se clasifican según un sistema internacional creado a comienzos del siglo XIX por Luke Howard, químico y meteorólogo inglés quien las dividió en cuatro grandes categorías. Así existen los cirros, que son penachos elevados y en forma de escobilla, compuestos por cristales de hielo; los estratos, extensas capas nubosas que traen, con frecuencia, lluvia continua; los nimbos, nubes capaces de formar precipitaciones; y los cúmulos, nubes hinchadas de base plana que cruzan en cielo durante el verano.  Además el sistema moderno de clasificación de nubes incluye muchas combinaciones y subdivisiones de estas cuatro categorías básicas.
Fue sorprendente saber que las nubes son en esencia un aerosol formado por agua evaporada principalmente de los océanos, mientras en otros planetas como Venus están compuestas por gotas de ácido sulfúrico y por su parte, en Júpiter y Saturno existen nubes  superiores de amoniaco , así como nubes intermedias de hidrosulfuro de amonio y nubes profundas de agua.
Por eso todavía hoy, a pesar del tiempo y las nuevas obligaciones a veces me sorprendo buscando formas en las nubes mientras viajo de regreso a casa después del trabajo. Y lo cierto es que mientras andamos distraídos o envueltos en nuestros problemas, nos perdemos un mundo de ilusiones allá arriba.

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