jueves, 14 de mayo de 2015

Memorias desde la geografía
















“No puedo ser como la hoja de la yagruma. Soy transparente y consecuente con mis principios. Ante cada caída me levanto”-dice mientras enjuga las lágrimas que delatan su nostalgia y a la vez satisfacción por el trayecto recorrido.  
 
Aunque esperaba recibir la jubilación, para Ivis María Villasuso Socarrás no es tarea fácil separarse de la Delegación Territorial del Centro de Investigaciones de Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en Matanzas, donde permaneció por 20 años como especialista ambiental y mereció los premios anuales otorgados a nivel nacional por este ministerio en 1998, 1999, 2000 y 2007; entre otros galardones.          
Evoca entonces su adolescencia, cuando descubrió cuánto la  apasionaba la geografía: “Desde séptimo grado lo supe. Luego tuve la dicha de ser fundadora del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin y allí se afianzó mi inclinación por esa carrera mediante un círculo de interés de geofísica, astronomía e hidráulica. Jamás olvidaré mi primera visita a la facultad de dicha disciplina en la Universidad de La Habana, donde me convencí que quería cursar allí la enseñanza superior”.
En ese camino también encontró el amor. De la mano de Alberto Florido, compañero de estudios, que más tarde se convertiría en su esposo, no solo cumplió el sueño de hacer una tesis para graduarse como Licenciada en Geografía, además obtuvo por la originalidad de la misma, el Premio Nacional de Ciencias Naturales, en 1979 y el sello Forjadores del Futuro.
“Fue muy gratificante para ambos que trascendiera nuestro Trabajo de Diploma. Después, en el ´99, nos hicimos Máster en Gestión Ambiental y todavía hoy, con 36 años de matrimonio, dos hijos y tres nietas, aunque no trabajamos juntos, compartimos ideas y consultamos sobre nuestro quehacer”, resalta emocionada.
Enseguida recuerda sus primeras experiencias en el ejercicio, tras incorporarse como proyectista a la Empresa Nacional de Proyectos Agropecuarios en una época en que se iniciaban algunos planes sobre conservación de suelos, cuencas, áreas protegidas y ordenamiento territorial.
“Permanecí en ese lugar por 15 años hasta pasar al Citma, donde recursos naturales como el agua, suelo y bosque se convirtieron en temas constantes durante mi labor. Además he apoyado la actividad de gestión en áreas protegidas con la oportunidad de dirigir equipos multidisciplinarios para elaborar diferentes planes de manejo.
“En 1997 el Consejo de Cuencas Hidrográficas y el Consejo Provincial de Cuencas me confiaron la misión de guiar a un grupo y asesorar estudios muy significativos para la provincia como los diagnósticos sobre Yumurí, San Juan, Hanábana, Palma Meteoro y Cochino Bermeja”, señala. 
Pero para esta pinareña que tanto ha aportado a Matanzas, “proteger al hombre y a la naturaleza constituye una forma de hacer patria”, por eso su sapiencia ha servido a otras tierras como Venezuela y Argentina. De repente, hace silencio varios segundos al tiempo que sus ojos parecen andar por Los Médanos de Coro o Juan Crisóstomo Falcón, parques de la nación bolivariana en los que esta mujer esparció el granito de arena cubano.
“Transmití mis conocimientos y a la vez aprendí. Aún recibo mensajes de los compañeros con que trabajé. Algo parecido ocurrió en la ciudad natal del Che, Rosario, pues al regresar a la Isla, el gobierno de dicha municipalidad me envió, al igual que a otro de mis compañeros, un cuadro donde reconocía nuestra contribución en la confección de la Agenda XXI local de la urbe”.
Mas, nada es suficiente para Villasuso Socarrás si de esta materia se trata. Por eso encontró en el magisterio el instrumento para compartir su preocupación por el mundo. “Me reconforta saber que he ofrecido cursos de postgrado, maestrías y conferencias, como profesora auxiliar adjunta en la actual sede de Ciencias Pedagógicas y en la Camilo Cienfuegos. Resulta necesario aportar a los jóvenes y enseñarles que no solo se aprende a través de los libros o en las aulas, sino mediante el adiestramiento diario”.  
Al escucharla, no es difícil advertir la modestia y sencillez que la caracterizan o la devoción por su profesión, sin embargo, pocos deducen que además de su especialidad le encanta la Metodología de la Investigación, asignatura que impartió por aproximadamente siete años en la sede universitaria municipal.
Por el contrario, le disgusta la incomprensión  y el irrespeto para con el Medio Ambiente. De ahí que se sienta descontenta con ciertas estrategias de algunas instituciones y enfatice: “Lejos de las ansias de resaltar, es imprescindible unir saberes para garantizar el porvenir”.
Así se despide de su oficina, sin fiesta, ni alborozo. No obstante, aunque seguirá aportando conocimientos a otra institución de la ciudad, no logra evadir la tristeza que le produce alejarse de su puesto y se retira tan enamorada de la geografía como antaño, pero con la satisfacción de haberle dedicado su vida a esta disciplina.  


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