miércoles, 24 de agosto de 2016

Matanzas: La ciudad que le faltaba al mundo (+Fotos)




“Te quiero porque me asombro
de tu majestad humilde,
y te quiero por la tilde
del nombre con que te nombro…”
Canto a Matanzas, de Carilda Oliver Labra




Cuentan que la madrugada previa a su fundación tuvo lugar un espectáculo nocturno de varias constelaciones y a las 6:37 a.m. salió el sol para, como dijera el historiador Ercilio Vento Canosa, hacer brillar la ciudad que le faltaba al mundo.

Desde entonces no pocos han quedado prendados ante los encantos de esta urbe con calles rectangulares, diferentes a lo estilado en la cuadrícula de Indias, y un diseño tal que se comporta como gigantesco reloj-calendario solar, capaz de reflejar la estación y la hora según el grado de iluminación de sus arterias durante el día.

De ahí que su río San Juan conserve el sabor de los versos de Carilda y en la encumbrada Loma del Pan, la brisa susurre el Himno del desterrado de Heredia. Como dijera la ilustre poetiza quienes amamos esta tierra llegamos a sentir que le debemos algo, por su belleza, por su singularidad, por su abrigo.

Sin embargo, muchos sentimos el dolor de ver las heridas que le ha causado el tiempo y el olvido. Quizás por eso no pasa inadvertida la noticia de que se prevé construir un bulevar en su Calle Medio y despierta curiosidad la fecha de inauguración del Teatro Sauto.

Consuela la reparación del Puente de Tirri y del Guanima, el remozamiento de lo que será la Fiscalía Provincial y otras obras constructivas, pero no es suficiente.

A los matanceros, y a muchos de sus hijos adoptivos, nos preocupa esta ciudad, que otros, ante la escasa vida nocturna y ausencia de espacios o servicios, han llegado a bautizar como dormida.

"Los matanceros siempre han sido indiferentes a la recreación o cultura". No me atrevería a repetir ese argumento que hace algún tiempo escuché decir a alguien, porque sería como olvidar a esa Matanzas denominada la Atenas de Cuba por su singular movimiento artístico y literario de antaño.

Más bien, me inclino a pensar en que una parte de la población puede ser víctima de apatía, pero debido a la prolongada quietud de sus rincones en los últimos tiempos, a las escasas facilidades para llegar hasta el lugar donde se encuentran las propuestas y también ¿por qué no? a la insuficiente calidad de algunos intentos.

Por el contrario, iniciativas como El Bolerazo, las Ferias en el Parque de la Libertad y las jornadas de teatro callejero reciben la acogida y gratitud de muchos adeptos.

Mortifica la indolencia y carencia de mecanismos para garantizar una ciudad más limpia donde no escaseen los cestos, y el vertimiento de desechos, así como la contaminación sonora sean penalizados.

Poco a poco se incorporan a la lista la escasa cultura del detalle que recientemente abordaba una colega, la carencia de espacios cinematográficos y el estado constructivo de muchos inmuebles como el antiguo hotel El Louvre, cuya recuperación debía comenzar el presente año, según informaron las autoridades a través de este semanario, y a estas alturas todavía no se perciben resultados.

En varias ocasiones he escuchado la frase: “es que a Matanzas nadie la quiere”, y aunque corro el riesgo de sucumbir ante la afirmación derrotista, recapacito enseguida al recordar aquella conferencia magistral del doctor Vento, en la que expuso orgulloso los tesoros de esta, la primera ciudad moderna de Cuba por los criterios urbanísticos utilizados en su diseño.

Creo que a Matanzas la queremos muchísimo quienes disfrutamos cada mañana el seductor abrazo de la bahía y el cordial saludo de sus puentes, por eso nos alegramos tanto cuando vemos que se restaura alguna esquina o crean alternativas para adornarla de júbilo y alegría, pero por eso tampoco nos conformamos.

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