jueves, 4 de agosto de 2016

Retrato familiar






 











  
Una tarde en que la lluvia amenazaba con regalar esa instantánea de la ciudad sola y olvidada cual Macondo de Gabriel García Márquez, Girón llegó hasta aquella casa donde la sonrisa de los pequeños y el amor iluminan los días más nublados.

El Hogar de Niños sin Amparo Familiar de Matanzas, alberga la alegría de ocho adolescentes entre 11 y 18 años de edad que han aprendido la receta para llenar de colorido y melodía la vida.

Y es que entre las reglas de esta familia eliminar la tristeza resulta la de más estricto cumplimiento, aunque la disciplina y educación no se quedan atrás en el empeño de formar a futuros hombres y mujeres de bien.

SONRISAS PARA UNA FOTO

Fundado el primero de junio de 1986, el Hogar celebra sus treinta años, período en el que muchos han recibido el cariño de las tías y de Papá Felipe, como llaman cariñosamente a quien más que el director de la institución reconocen como su tutor y amigo.

“Si nos ve afligidos enseguida se preocupa, está al tanto de nuestros problemas. Cuando se entera de que alguna está enamorada no tarda en aconsejarla”, cuenta María Elena Naranjo Echevarría, adolescente de trece años que vive aquí desde los seis.

Sin amparo familiar de sus progenitores debido a alguna enfermedad o incumplimiento de la ley, muchos han compartido tareas, juegos y sueños en esta casa donde hoy viven cuatro hembras y cuatro varones, aunque sus puertas siempre reciben como el mismo cariño a quienes han dejado guardados aquí sus recuerdos.

Un apretón de manos y palmadas en la espalda de Papá Felipe descubren la gratitud de Jorge Luis Guedes Fernández, quien con 42 años siempre vuelve a la morada que lo abrigó desde los ocho.

“Cada vez que pienso en mi madre recuerdo a la Revolución Cubana. No solo me garantizó hogar y amor cuando fui abandonado, sino que gracias a esa formación hoy soy Licenciado en Derecho y especialista en atención a menores”.

Jorge Luis recuerda aquellos tiempos en que una trabajadora del hogar lo atendía con tanto esmero como a sus propios hijos, dedicación y ternura que hoy entrega a sus dos bellas niñas, de las cuales se siente orgulloso.

“Nuestra labor demanda mucha sensibilidad. Los llevamos a pasear, preparamos su jabita de merienda para la escuela, les ayudamos con las tareas y así poco a poco hasta nos convertimos en sus consejeras”, destaca Milaida Núñez Álvarez, quien desde hace ocho años siente la satisfacción de escucharlos decirle tía.

Mientras, Anaís Varona Fernández comenta: “Somos las encargadas de instruirlos para que sean disciplinados, obedientes, estudiosos, etc. Cumplimos las funciones de una madre”.

FLASCHAZO EN LA MEMORIA


“Los queremos muchísimo y ponemos todo nuestro empeño en garantizar su felicidad”, explica Felipe Santiago Hernández Sánchez, director del centro quien a su vez piensa que más allá de los lazos sanguíneos los une el respeto y afecto.

 
Estos príncipes enanos se mantienen vinculados a los centros de enseñanza y, además de ayudar en las labores más sencillas del hogar, realizan juntos diferentes actividades como visitas a museos, festejos en fechas señaladas, intercambios culturales y de orientación vocacional a partir de convenios establecidos con la Universidad de Matanzas.

Aquella inolvidable fiesta sorpresa de quince años, la entrega de vivienda a uno de los muchachos y las incontables anécdotas de la convivencia, iluminan el rostro de estos adolescentes que al despertar cada mañana sienten el cálido abrazo del hogar.

“Aunque llevo pocos meses aquí ya tengo muy buenos amigos y me siento querida. Disfruto mucho cuando practicamos deporte y ahora deseo aprender a tocar guitarra”, comenta Taimí Alejandra Fernández Crespo de trece años.

Pero últimamente no es Taimí la única que habla de notas y acordes, pues a través del proyecto Nacer, de la casa de altos estudios, alumnos de la enseñanza superior los inician en el mundo de los instrumentos.

Melissa Cabrera García, licenciada en Estudios Socioculturales y profesora del departamento de Extensión Universitaria cuenta que “todo empezó con juegos de participación, pero poco a poco fue creciendo la pasión de estos pequeños por las artes. Contamos con el apoyo de estudiantes de la carrera de Ingeniería Industrial y un músico profesional de la Empresa de la Música. La universidad también colabora con clases de dibujo y jóvenes repasadores de diferentes asignaturas”.

A dicha iniciativa se suma el apoyo de las organizaciones de masa, algunas instituciones y miembros de la comunidad como el Club de Motos Clásicas y vecinos que de una forma u otra contribuyen al bienestar de estos principitos.

 
Entre canciones e historias, el lente capturó la imagen. Allí están las tías, Papá Felipe, Ana, Greysy, María Elena, Taimí, José Manuel y el resto de los muchachos. Un retrato a simple vista parecido a muchos por ahí, pero con la singularidad de demostrar que la mayor recompensa ante el sacrificio es una sonrisa, el mejor regalo el tiempo y la verdadera familia la que ama.

1 comentario:

  1. Hola
    Soy de Quebec y busco el correo electrónico: Hogar de Niños sin amparo familiar de Matanzas en Matanzas. es posible escribir a mí en mi correo electrónico personal: boilyd@yahoo.com
    gracias y buen día

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