lunes, 24 de octubre de 2016

Drogas: ¿amenaza para Cuba?


No imagino un país donde las escuelas sean guarida del consumismo, mientras algunos venden su juventud por un rato de éxtasis. No imagino un país de incertidumbre en las calles de la adicción y la violencia. Cuba, con sus logros y dificultades, me ha enseñado una realidad distinta.  

Escondidas en zapatos, tornillos, plumones e incluso en diferentes partes del cuerpo humano, las drogas amenazan de forma constante con burlar el sistema de enfrentamiento al delito en las fronteras nacionales para expandirse entre la población cubana. Otros, incluso, se han atrevido a cultivarlas dentro de la Isla, hasta ser capturados demostrando la veracidad del refrán “cada cual recoge lo que siembra”.

Según explicó el coronel Juan Carlos Poey, jefe de la Dirección Nacional Antidrogas del Ministerio del Interior, en la Mesa Redonda: Cuba y la batalla frente a las drogas, transmitida meses atrás, durante 2015 se detectaron 178 casos en los que se descubrieron 29 555 plantas y 250 420 semillas.

“Los volúmenes ocupados en el mar, la frontera aérea y el tráfico interno, sumaron un total de 1266.59 kilogramos de drogas, por lo que se detuvo a 1 363 personas, de ellos 44 extranjeros, los cuales fueron sancionados de forma severa en correspondencia con la política jurídico penal aprobada”, agregó.

Casi un año después de tales sucesos, la lucha del gobierno cubano persiste, no como el capricho de oponerse a un mal globalizado, sino como la respuesta imperiosa ante uno de los más acuciantes problemas que enfrenta la humanidad y que pone en peligro la supervivencia humana.

De acuerdo con el doctor Vicente Hernández Castro, especialista de Segundo Grado en Psiquiatría del Hospital Comandante Faustino Pérez de Matanzas, aunque se cree que la marihuana tiene propiedades medicinales, sus efectos pueden ser muy perjudiciales al conducir a la psicosis e incluso no responder a los medicamentos. Casi todos los psicotrópicos poseen propiedades farmacológicas que brindan aparente bienestar, pero en realidad su gancho es fatídico desde el punto de vista físico, psicológico, económico, social y cultural. 

Disminución del coeficiente intelectual en un diez por ciento de forma irreversible, pérdidas de las  capacidades establecidas con efectos demenciales y desencadenamiento de cuadros de esquizofrenia con mayores dificultades para la rehabilitación, son solo algunos de los posibles perjuicios de las drogas.

Los cubanos somos solidarios, por eso no tardamos en sufrir con el dolor ajeno ante el embate de tsunamis, virus, temblores de tierra o huracanes. Pero nuestras familias no deben desestimar el latente riesgo de este otro fenómeno silencioso que termina por destruir el hogar y deja a su paso el vaho de la desesperanza.  

Qué hacer sería la pregunta perfecta. Pero la respuesta no evade la reflexión si consideramos algunos estudios científicos que explican cómo en nuestra nación el consumo de drogas no menos dañinas (cigarro o alcohol) en el círculo familiar de los más pequeños, influye en su posterior conducta cuando la adolescencia los inquieta a experimentar nuevas sensaciones o vivencias.

El amor, la atención y el modelo correcto transmitido por los familiares encabezan la lista de recomendaciones para alejar a las nuevas generaciones de la adicción, que en la mayoría de los casos constituyen el refugio o la compañía carentes en casa. La actitud del personal médico con respecto a este asunto también resulta vital, por su notable influencia en la salud de la población, al igual que el fomento de iniciativas de prevención en las escuelas como los destacamentos Mirando al Mar y círculos de interés para educar a las nuevas generaciones sobre el tema.  

Denunciar de forma oportuna la producción, venta, demanda, tráfico, distribución y tenencia ilícita de drogas, no se trata de una pelea exclusiva de la Aduana General de la República o el Ministerio del Interior, sino de todos los cubanos que amamos esta Isla y la soñamos siempre tranquila y diáfana como sus amaneceres.

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