miércoles, 9 de diciembre de 2015

Arte joven en la Atenas de Cuba




  




Hay música al compás de un tierno abrazo o en el vals del viento con las hojas secas de los árboles. Su sinfonía acaricia los sentidos mientras convida a un majestuoso concierto. Por eso este fin de año Daniela trata de atraparla con su pincel al tiempo que Liliana, Armando, Camila y Fabiana, como niños traviesos, juegan con las notas.



Vinculados a las artes desde muy pequeños, han sustituido sus juguetes por pinceles, guitarras, trombón, violines o pianos en busca del mismo sueño: enamorar al mundo con sus obras o interpretaciones.

Muchos con apenas ocho o nueve años aprendieron a decir adiós a la familia para marchar hacia la Escuela Vocacional de Arte, donde las largas horas de estudio les exigieron crecer en disciplina y constancia. Mientras, algunos como Daniela se refugiaron en la Casa de Cultura de su municipio para llenar de matices las hojas en blanco.

Estos jóvenes se adueñan hoy de la última página de Juventud XXI para despedir el 2015 en nombre de todos los que como ellos, colman de júbilo e inspiración La Atenas de Cuba. 





“La guitarra es como mi mano derecha”, expresa Liliana Lorenzo Valiente mientras acaricia las cuerdas y aferra el cuerpo de madera a su pecho. Apenas tenía nueve años cuando su mamá la abrazó llorando de emoción y le comunicó la buena noticia de que había aprobado los exámenes e iniciaría sus estudios en la Escuela Vocacional de Arte Alfonso Pérez Isaac.
El tiempo ha transcurrido y hoy quien contempla la seguridad con la cual regala acordes al viento, reconoce en ella una adolescente talentosa. “Sueño con estudiar en el Instituto Superior de Arte y después tener mi propia agrupación donde pueda cantar y tocar la guitarra”, expresa mientras su pensamiento viaja hacia el hogar allá en Perico donde su abuelo se llena de orgullo al contemplar cómo su nieta heredó la pasión por la música. 







“La música es libertad del alma. Cuando interpreto alguna pieza me siento libre, es un acto especial y único, lleno de grandeza”, explica Armando Soler Sebasco con una expresión que denota, a pesar de sus catorce años, una madurez admirable.
Sentado en los pasillos de la Escuela Vocacional de Arte Alfonso Pérez Isaac, recuerda cómo el sonido de la trompeta se adueñó de sus espacios infantiles y lo motivó a presentarse a los exámenes de aptitud. Sin embargo, no era como trompetista que forjaría su carrera; sino con un instrumento que se encuentra dentro de la misma familia de viento-metal: el trombón. Ante la pregunta de cuáles son sus perspectivas futuras, el interés por la superación no falta en la respuesta de Armando, con la certeza de que “El músico es como un deportista, tiene que ser firme, buscar los instantes para practicar, porque el entrenamiento es la única forma de poder llegar a la meta”. 




Natural de Trinidad, Sancti Spíritus, Fabiana del Carmen Pérez Zerquera, estudia Dirección Coral en la EPA y después de tres años en dicha institución cuenta que ama su carrera y sueña con formar un conjunto vocal. “Desde pequeña mi abuelo me inculcó este bichito por la música. Admiro ver cómo a través de movimientos la directora coral logra comunicar lo que quiere. Sin embargo, confieso que es difícil estar lejos de la familia, por eso este fin de año lo celebrará en su provincia.”

“La pintura para mí lo es todo”, asegura Daniela Alejandra Bosch Plasencia, quien con 16 años estudia Artes Plásticas también en la EPA. “Desde que tengo uso de razón me gusta esta manifestación-dice mientras esboza una sonrisa y cuenta cómo de niña pintaba juegos de pelota, suscitando los halagos de familiares y amigos. Por eso en noveno grado no dudó en presentarse a la pruebas para estudiar en esta escuela. Al preguntarle su deseo para 2016, dice como Alejandro Sanz que cada año que empieza
desea un año tranquilo.
 



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