viernes, 11 de noviembre de 2016

Cáncer de mama: Cuando los años no borran la esperanza

La paciente Zenaida Mancha y su nuera agradecen la atención recibida por el doctor Miguel Hernández y el resto de los especialistas.






¡Llegar a viejo! Una siempre escucha esa frase lejana hasta que se incrementan los achaques y todos repiten: “lo que te duele es el almanaque”. Entonces, contemplas otra vez tu rostro en el espejo resignándote a pensar que la edad es la emisaria de todos los males.
Pasan los días y el dolor aumenta, pero luego escuchas a alguien decir que no es así, que los años no constituyen un elemento privativo para el tratamiento y eso te devuelve la esperanza.



A pesar de las garantías que ofrece el sistema de salud cubano a las personas mayores, todavía persisten en la sociedad algunos mitos sobre la atención a estos pacientes. Sin embargo, la realidad de ciertas matanceras diagnosticadas con cáncer de mama rompe los esquemas.

ROSTROS DE OPTIMISMO

“Siéntate muchacha, que te voy a contar mi historia”-repite con orgullo Leonila Fernández Elisea, vecina de la calle Las Mercedes en Pueblo Nuevo, Matanzas. “Tengo ciento dos años y estoy viva, sí. Después de la operación no me he sentido más nada…”.

El doctor Miguel Hernández Menéndez, Jefe del Grupo Provincial de Mastología y profesor consultante, fue quien la operó hace cerca de veinte años. A partir de estas y otras experiencias el galeno comenta:

“Hoy en día se plantea el tope de la existencia de un individuo entre los ciento veinte y ciento veinticinco años. Por lo tanto, al tratar el padecimiento de forma adecuada, quizás le estamos brindando a la paciente la oportunidad de perdurar mucho más”.

Hernández Menéndez afirma que la longevidad no resulta una condicionante para la intervención quirúrgica, sino algunas enfermedades como las cardiovasculares y la diabetes mellitus, pero aún así el primer paso ante cualquier sospecha es acudir a las consultas especializadas.



“A tiempo todo tiene remedio”, afirma Zenaida Mancha Menéndez, quien vive en Coliseo y con setenta y tres años fue operada la semana anterior. Su nuera Madelaine Hernández Rodríguez, cuenta cómo todos los familiares estuvieron de acuerdo con que entrara al salón para resolver lo más pronto posible su problema.

MIRADAS DESDE LA CIENCIA

El cáncer de mama constituye una de las enfermedades con mayor incidencia en Cuba, lo que unido a los elevados índices de envejecimiento poblacional y el incremento de la esperanza de vida demanda la preparación del sistema de atención al paciente.

De acuerdo con el Anuario Estadístico de Salud (2015), el número de defunciones por cáncer de mama en el sexo femenino ascendió ese año a 1544, 27.4 de la tasa por 100 000 mujeres.



En aras de contribuir a la disminución de estos indicadores y bienestar de la población, trabajan en conjunto especialistas en Citopatología, Mastología, Oncología, Imagenología, Geriatría y Anestesia.

“A pesar de la edad biológica, existen quienes fenotípicamente parecen ser más jóvenes y eso depende mucho de la comorbilidad, es decir, los padecimientos que tengan. En correspondencia con ello, las ancianitas también pueden ser sometidas a operación, quimioterapia, radioterapia y hormonoterapia”, destaca la doctora Edanny Medina Carabeo, especialista en primer grado de Oncología.

Mientras, Enélida Matos Abrahan, María Cristina Martí y Nereida Estorino Escaig, especialistas en Imagenología del Hospital Provincial José Ramón López Tabrane, explican que a partir de los cuarenta años se realizan mamografías por orientación del médico a las pacientes con dolor o alguna sospecha y se les da seguimiento, sin importar la edad, porque todas tienen derecho a ser tratadas.



A unos metros del departamento de estas profesionales, trabaja Magaly Dorta Robaina, especialista en primer grado de Anatomía Patológica quien explica: “A veces los familiares tienen miedo de someterlos a una cirugía por temor a que no la toleren, pero aunque no todos los casos son iguales, lo recomendable ante una lesión maligna es el tratamiento quirúrgico”.

Y es que como dijera Amparo Costa Méndez, jefa del departamento del Adulto mayor, Asistencia Social y Salud Mental en la Dirección Provincial de Salud Pública, no podemos ver la edad como un obstáculo, aún cuando aparezcan algunas limitaciones o discapacidades.



Por lo tanto, más allá de las canas, realizarse el autoexamen, ingerir alimentos nutritivos, evitar el consumo de alcohol o tabaco, hacer ejercicios y buscar el diagnóstico temprano ante cualquier anomalía, resultan premisas esenciales para preservar la salud. Al fin y al cabo “llegar a viejos” no es sinónimo de enfermedad, sino de otra nueva oportunidad para defender la vida.



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