viernes, 5 de diciembre de 2014

El poder de una sonrisa














“Una sonrisa cuesta poco y produce mucho”, afirmó el recordado actor Charles Chaplin quien además le atribuyó a dicha expresión facial la capacidad de “aliviar el cansancio y consolar la tristeza”. Y sería bueno recordar esta frase cuando durante la jornada laboral la computadora no funciona, no hay conexión o en el peor de los casos escasea el fluido eléctrico. En medio de tales situaciones sonreír sería lo último que muchos harían, sin embargo como dijera la Madre Teresa de Calcuta “La paz comienza por una sonrisa”.


En medio de la vorágine diaria frecuentemente olvidamos los beneficios de enfrentar los obstáculos con optimismo. Lejos de creer en la posibilidad de crecerse ante las dificultades muchos acuden a las quejas y la derrota- aclaro quien lo menciona no está exenta de responder también muchas veces de esta manera. No obstante, de acuerdo con lo planteado por el dramaturgo español Víctor Ruiz, “la sonrisa es el idioma general de los hombres inteligentes”.

Tampoco se trata de andar, al decir del buen cubano, “enseñando siempre la cajetilla”, y muchos menos de no mostrar seriedad ante los asuntos que lo requieren. Mi preocupación se debe a los estragos que puede ocasionar la amargura cuyo resultado por lo general es el estrés. Y es que como subrayara la escritora Bárbara Johnson, más que el alumbrado de la cara, la sonrisa constituye además la calefacción del corazón.



Formado al flexionar los 17 músculos cerca de los extremos de la boca y algunos alrededor de los ojos, esta expresión de los seres humanos no solo refleja placer, entretenimiento, o por el contrario ira, ironía, sino que, incluso, puede constituir un remedio para muchos malestares. La sonrisa lleva al cerebro a producir endorfinas que reducen el dolor físico o emocional y proporciona sensación de bienestar.

Algunas investigaciones científicas han comprobado que desde el útero materno comenzamos a sonreír y el cerebro solo tarda 0,01 segundos en procesar el momento de felicidad que nos lleva a manifestarlo a través de nuestras facciones. Pero… un momento, si es tan fácil, entonces ¿por qué dejamos que los problemas nos venzan y andamos la mayor parte del tiempo con el ceño fruncido? Para quienes optan por esta última costumbre, George Eliot (seudónimo de la escritora británica Mary Anne Evans) solo pronostica un rostro lleno de arrugas.

Aunque sé que por lo general el calor de la situación deja muy pocas oportunidades para detenerse a valorar cuál sería la  mejor reacción, vale la pena hacer una pausa y ¿por qué no? sonreír. Al final como señalara Gabriel García Márquez, no sabes quién se pueda enamorar de tu sonrisa.”

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