¿Cómo
se hacen estos conos papá?-pregunta Laurita y señala la parte inferior de su
helado de fresa. Mientras el padre le explica, recuerda a sus amigos de la
fábrica El Barquillo quienes elaboran dicho producto, además de panes y otras
variedades de repostería, como parte de un proyecto de iniciativa municipal de
desarrollo local.
Luego
de su inauguración el 2 de agosto de 2013, la provincia de Matanzas ha recibido
sus beneficios ya que según María Eugenia Romero García, funcionaria del
gobierno al frente de esta esfera, “no solo ha logrado aumentar el nivel de
productividad y calidad de sus ofertas, también contribuye con un por ciento de
sus ganancias a las acciones sociales llevadas a cabo por el Consejo de
Administración Municipal(CAM).
DEL SUEÑO A LA REALIDAD
“En
estos momentos este el único proyecto que está aportando al CAM y contribuye a la
materialización de otros”, destaca Hildeliza Romero Ercia, funcionaria de la
Vicepresidencia de Economía del Consejo de Administración Provincial (CAP).
El
panqué capitolio de 40 gramos, gaceñiga de 575, coscorrones, barquillos y tres
tipos de pan de 80, 60 y 40g, son los principales productos que hoy se preparan
en esta entidad.
“Nuestros clientes son Comercio, Gastronomía y
organismos con financiamiento en divisas. Vendemos en todos los mercados de
Cadena Ideal y cada fin de semana abastecemos la Feria de Matanzas. Además de
la gaceñiga, suministramos a algunas bodegas nuestro pan a través de los
precios de correlación, lo que se encuentra bajo estudio para conocer la
aceptación de la población, explica Alberto Valdés Martínez, director de la
Unidad Estatal de Base Comercial de la Empresa Provincial de Alimentos.
“La
fábrica es eficiente y sus resultados superan las expectativas. Por solo citar
un ejemplo, en marzo, debía alcanzar los 114 mil 46 pesos e hizo 139 mil 325,
lo que representa el 121,7 por ciento”, agrega.
Mientras,
Enrique Denis Martínez, almacenero, comenta: “Empezamos haciendo seis toneladas
de repostería al mes y ya estamos en las 17 con aspiraciones de subir. Lo mismo
sucede con el pan, que de 12t ya ascendimos a 20”.
SIN CORRIENTE NI TRANSPORTE
Mas, persisten dificultades como el transporte
y la necesidad de un equipo electrógeno, elementos indispensables para
facilitar la distribución de los alimentos, así como el aprovechamiento del
horario de trabajo y de la materia prima.
“Aunque
esta última se mantiene bastante estable, el problema es que no podemos
prescindir más de un medio propio para trasladar los productos, ya que los
automóviles que nos presta la empresa requieren reparación y no son fijos”,
señala Niurka Alonso Otero, auxiliar económica de la entidad.
Por otra parte
los empleados plantean que cuando hay interrupciones en el fluido eléctrico no
solo se atrasa el proceso, sino que, si tienen los hornos encendidos, se pierde
la producción.
Sobre el tema Valdés Martínez, comenta que
esto se encuentra sometido a análisis, pero aún no han determinado qué se va a
hacer. Por otra parte, aunque ya entregó la fundamentación solicitada por el
gobierno para responder la primera inquietud, todavía aguarda por la respuesta.
“Si hoy no producimos más se debe a dicha situación”, añade.
CERQUITA DEL HORNO
Más allá de
los obstáculos, la juventud y la experiencia se amalgaman en este quehacer para
llevar a la población los frutos de la eficiencia y el esfuerzo. Así lo
demuestra Ernesto Benítez Barroso, mecánico que trabaja hace más de 40 años en
el local, incluso cuando todavía no existía el proyecto:
“Es una tarea compleja porque con el paso de
los años, las piezas originales de la máquina de hacer barquillos se han
deteriorado mucho y he tenido que hacerlas de nuevo para garantizar su
funcionamiento”.
Los 25
empleados que aquí laboran, de los cuales la edad promedio oscila entre los 30
y 35 años de edad, no se dan por vencidos y se sienten orgullosos del oficio
que desempeñan.
“Aquí la
primera palabra es producción. Si se va el fluido eléctrico tenemos que
quedarnos hasta muy tarde para cumplir con los valores establecidos, pero nos
sentimos estimulados y comprometidos con nuestro trabajo”, manifiesta Arnaldo
González Caboverde, quien con solo 24 años es el responsable de repostería.
Así, al oír
en la calle de Medio, o en los hogares de los diferentes municipios donde
expenden tales productos, criterios como: ¡qué buena la gaceñiga!, “ojalá
vendieran ese pan en mi pueblo” o
¡verdad que esos muchachos merecen el reconocimiento de todos!”, no resulta imposible
creer que alternativas como esta se pueden potenciar en aras de contribuir al
mejoramiento de la economía y la sociedad.
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