Escribir cartas románticas es difícil, aunque
muchos lo duden. Correr tras las palabras sin tropezar con fórmulas gastadas se
vuelve casi imposible. Sin embargo, no puedo ignorar que hoy es 14 de febrero.
Entonces me froto las manos, las paso por mi
mentón y hago algunos trazos en esta página en blanco con el tímido propósito
de pintarte. No importa si algunos me recuerdan que ya existe un día para ti,
caprichosa como siempre, hallo en este espacio el mejor lugarcito para
homenajearte.
Y es que al celebrar esta fecha, no se puede
ignorar el abrazo de los amigos y el calor del hogar. Por eso, precisamente hoy
intento dibujar con vocablos tu figura, porque no existen días suficientes para
darte las gracias por tantos cuidados y cariño.
No recuerdo el instante en que abrí mis ojos
al nacer, pero sin dudas lo que sentimos fue amor a primera vista. Dependía de
ti totalmente, de ahí mis gritos desesperados justamente cuando te disponías a
comer o dormir.
Luego llegó el tiempo en que me fascinaba
recoger tusas de maíz en el patio y registrar todas las gavetas. De esos años
no sé mucho tampoco, pero conocí dichas travesuras al leer una libreta donde
anotabas todos mis incipientes pasos por la vida. Junto al cuaderno descubrí
también tus cartas para papá mientras él se encontraba en el servicio militar.
Me sentía afortunada por ese tesoro y lo llevaba conmigo para todas partes.
¡Y qué decir del día en que perdí mi primer
diente! Entonces las dos jugábamos a hacer figuras con la sombra y reíamos a
carcajadas. Me asusté mucho cuando noté la pérdida, pero tú estabas ahí como
todas esas veces que enfermé de la garganta y acurrucada en mi cama, me ponías
compresas para bajar la temperatura.
Al repasar cada detalle, comprendo que te has
empeñado siempre en protegerme y a pesar de mis errores no desmayas en el afán
de corregirme o alcanzarme la sombrilla por si llueve. Evoco además los
regaños, los consejos que en ciertas ocasiones no quería escuchar o tus
lágrimas en el empeño de no dejarme sola ni siquiera en medio de la tristeza.
Así eres tú que hasta agotada te levantas
cada madrugada a las cinco, para prepararme el desayuno, sin importar mis
ruegos para que no lo hagas. Has estado conmigo en medio de las decisiones sin
impedirme transitar el camino porque sabes que no tardaré en volver a tu
regazo.
Ahora, cuando me dispongo a formar una nueva
familia y mis sueños vuelan distantes de tu nido, aunque sea difícil escribir
epístolas románticas, no puedo dejar de dedicarte esta carta madre mía, porque
no dejarás nunca de ser mi primer amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario