“No puedo ser como la hoja de la yagruma. Soy
transparente y consecuente con mis principios. Ante cada caída me levanto”-dice
mientras enjuga las lágrimas que delatan su nostalgia y a la vez satisfacción
por el trayecto recorrido.
Aunque esperaba recibir la jubilación, para
Ivis María Villasuso Socarrás no es tarea fácil separarse de la Delegación Territorial
del Centro de Investigaciones de Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en
Matanzas, donde permaneció por 20 años como especialista ambiental y mereció los
premios anuales otorgados a nivel nacional por este ministerio en 1998, 1999, 2000
y 2007; entre otros galardones.
Evoca entonces su adolescencia, cuando descubrió
cuánto la apasionaba la geografía: “Desde séptimo grado lo supe. Luego tuve la
dicha de ser fundadora del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir Ilich
Lenin y allí se afianzó mi inclinación por esa carrera mediante un círculo de
interés de geofísica, astronomía e hidráulica. Jamás olvidaré mi primera
visita a la facultad de dicha
disciplina en la
Universidad de La
Habana, donde me convencí que quería cursar allí la enseñanza
superior”.
En ese camino
también encontró el amor. De la mano de Alberto Florido, compañero de estudios,
que más tarde se convertiría en su esposo, no solo cumplió el sueño de hacer
una tesis para graduarse como Licenciada en Geografía, además obtuvo por la originalidad
de la misma, el Premio Nacional de Ciencias Naturales, en 1979 y el sello
Forjadores del Futuro.
“Fue muy gratificante para ambos que trascendiera
nuestro Trabajo de Diploma. Después, en el ´99, nos hicimos Máster en Gestión Ambiental
y todavía hoy, con 36 años de matrimonio, dos hijos y tres nietas, aunque no
trabajamos juntos, compartimos ideas y consultamos sobre nuestro quehacer”,
resalta emocionada.
Enseguida recuerda sus primeras experiencias
en el ejercicio, tras incorporarse como proyectista a la Empresa Nacional de Proyectos Agropecuarios
en una época en que se iniciaban algunos planes sobre conservación de suelos, cuencas,
áreas protegidas y ordenamiento territorial.
“Permanecí en ese lugar por 15 años hasta
pasar al Citma, donde recursos naturales como el agua, suelo y bosque se
convirtieron en temas constantes durante mi labor. Además he apoyado la
actividad de gestión en áreas protegidas con la oportunidad de dirigir equipos
multidisciplinarios para elaborar diferentes planes de manejo.
“En 1997 el Consejo de Cuencas Hidrográficas
y el Consejo Provincial de Cuencas me confiaron la misión de guiar a un grupo y
asesorar estudios muy significativos para la provincia como los diagnósticos
sobre Yumurí, San Juan, Hanábana, Palma Meteoro y Cochino Bermeja”, señala.
Pero
para esta pinareña que tanto ha aportado a Matanzas, “proteger al hombre y a la
naturaleza constituye una forma de hacer patria”, por eso su sapiencia ha
servido a otras tierras como Venezuela y Argentina. De repente, hace silencio varios
segundos al tiempo que sus ojos parecen andar por Los Médanos de Coro o Juan
Crisóstomo Falcón, parques de la nación bolivariana en los que esta mujer
esparció el granito de arena cubano.
“Transmití
mis conocimientos y a la vez aprendí. Aún recibo mensajes de los compañeros con
que trabajé. Algo parecido ocurrió en la ciudad natal del Che, Rosario, pues al
regresar a la Isla,
el gobierno de dicha municipalidad me envió, al igual que a otro de mis compañeros,
un cuadro donde reconocía nuestra contribución en la confección de la Agenda XXI local de la urbe”.
Mas,
nada es suficiente para Villasuso Socarrás si de esta materia se trata. Por eso
encontró en el magisterio el instrumento para compartir su preocupación por el
mundo. “Me reconforta saber que he ofrecido cursos de postgrado, maestrías y
conferencias, como profesora auxiliar adjunta en la actual sede de Ciencias
Pedagógicas y en la
Camilo Cienfuegos. Resulta necesario aportar a los jóvenes y
enseñarles que no solo se aprende a través de los libros o en las aulas, sino
mediante el adiestramiento diario”.
Al
escucharla, no es difícil advertir la modestia y sencillez que la caracterizan
o la devoción por su profesión, sin embargo, pocos deducen que además de su
especialidad le encanta la
Metodología de la Investigación, asignatura que impartió por
aproximadamente siete años en la sede universitaria municipal.
Por
el contrario, le disgusta la incomprensión
y el irrespeto para con el Medio Ambiente. De ahí que se sienta descontenta
con ciertas estrategias de algunas instituciones y enfatice: “Lejos de las
ansias de resaltar, es imprescindible unir saberes para garantizar el
porvenir”.
Así
se despide de su oficina, sin fiesta, ni alborozo. No obstante, aunque seguirá
aportando conocimientos a otra institución de la ciudad, no logra evadir la
tristeza que le produce alejarse de su puesto y se retira tan enamorada de la
geografía como antaño, pero con la satisfacción de haberle dedicado su vida a
esta disciplina.
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