Ernesto toma su carnet y el papel que la mamá le dejó sobre la mesa. Mientras caminaba hacia casa de Cuquita experimenta cierta incertidumbre. Entonces recuerda aquel domingo en que cuidó junto a su prima la urna ubicada en la escuela primaria. “El tiempo se va volando”-dijo y no pudo evitar un suspiro.
Al llegar a su destino se detiene de nuevo
frente al mural que Cuquita y sus amigas colgaron en el portal días atrás con
las fotos de Maritza, Yurima, Rogelio y Víctor. El joven de apenas 16 años lee
detenidamente la trayectoria de cada uno para estar seguro de que su decisión
será justa.
“Maritza es una cederista destacada, al igual
que los otros tres compañeros, pero creo que Víctor es el más indicado para
representarnos”-dice bajito mientras camina hacia la mesa donde sus vecinas
tienen las boletas. Toma la suya y entra a la sala de la vivienda. En la
esquina izquierda hay unas sábanas colgadas y detrás estaba la mesa donde debe
hacer su elección.
Ernesto mira las instrucciones de la boleta y
marca con cuidado para no equivocarse. Ya al frente de los pioneritos introduce
su voto en la urna y experimenta cierto orgullo de haber sido uno de ellos
tiempo atrás. Luego, mientras camina distraído de vuelta a su hogar, tropieza
con alguien y… ¡despierta!
Ernesto estaba tan contento por participar
por primera vez en la selección de los delegados para las asambleas municipales
del Poder Popular que se quedó dormido pensando en eso. Entonces vuelve a
recostar la cabeza sobre la almohada y descansa porque sabe que su sueño se
hará realidad dentro de algunas semanas cuando comiencen las elecciones
parciales.
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